martes, julio 31, 2012

Noventa y cinco.

Leer a Hesse mientras miras dar vueltas la lavadora, en el suelo, notando el fío de las baldosas bajo los muslos de tu pierna derecha. Tras un rato de espera rozas el fósforo contra la caja y enciendes el último cigarrillo del paquete antes de soplar. Para luego aspirar. Y es entonces cuando vuelves a ese pensamiento de que sólo fumas por ese olor justo antes de que muera. Escribes una a una todas las frases que crees que hablan de ti. Como el que subraya el título de la primera lección del temario. Cuidadosamente. En aquella librate que compraste exclusivamente para eso. El café hace tiempo que se enfrió. Noventa y cinco.

1 comentario:

Jorge Ferro dijo...

"Los libros sólo tienen valor cuando conducen a la vida y le son útiles."

Me ha encantado, de verdad. Creo que el toque de las cerillas me ha convencido, ¿tampoco eres de mechero?