viernes, diciembre 16, 2005

Simplemente que las palabras ya no sonaban igual.
La sangre se derramó llegando hasta el portal.
Sangre que hablaba del paso del tiempo, de la rutina de sueños agujuereados. Cosas compartidas.
Sangre, la única que supo decir qué estaba pasando, pero llegó demasiado tarde.
Sangre que se mezclaba con las lágrimas del único superviviente en ese campo de batalla, del perdedor.

Los gritos volaron por el alféizar de la ventana.
Gritos que mataban el silencio que habría logrado sobrevivir durante tanto tiempo.
Gritos que expresaban tan sólo la mitad del odio en cada golpe.

Los tequieros se escondieron tras el sofá.
Tequieros que nunca levantaron cabeza.
Tequieros que se pasaron su vida esperando a que se pasase la tempestad, y la calma nunca llegó.

Los golpes pasaron hasta la cocina.
Golpes que no fueron capaces de llamar a la puerta y escapar.
Golpes que cada noche se abalanzaban sobre el miedo.
Golpes que sabían a alcohol y a tabaco de liar, a taberna.
Golpes que no entraban en clubs de alterne.

El miedo le sacó los ojos de tanto llorar.
Miedo que había tenido miedo de su propio miedo, de salir.
Miedo que quebró ilusiones y forjó un muro entre razón y corazón.

"Porque sólo ya dormida se siente en paz
camufla en sueños su felicidad"*


*Versos de la canción dolor, de Ambiguos....

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