miércoles, enero 18, 2006

Le pregunté que si él también tenía un mundo donde iba cuando se cansaba de todo
Y por qué no, quizás nos hubiéramos encontrado allí, porque hoy mi mundo era él
Pero resulta que él no se había cansado de nada y no había ido a su mundo por mi culpa
Y otro día más sin vernos

Mientras que yo escribía esto, él recogía billetes para no sé qué viaje que tenía que hacer y yo buceaba entre las estanterías de la biblioteca...


Ahora te beso en el cuello mientras tus orejas se ponen un poco rojas por el frío como en aquella canción, aunque tú ya no lo recuerdes

Porque no todo lo paga Master Card

3 comentarios:

pqueno dijo...

quizá él no necesite hartarse para huir a su mundo, en el q seguro tú estás, quizá los dos nadando en una piscina...aunque sea llena de libros para que puedas seguir buceando

abrazos elípticos desde el invierno

Patricia Casalderrey dijo...

Sólo alguien que se baja una parada antes del autobús para disfrutar de la ciudad entiende que la publicidad es mentira.
Que las cosas sólo se pagan con sonrisas (nada de plástico)... con tu risa infantil.

Clifor dijo...

A lo mejor la mentira somos nosotros mismos y no la publicidad.