Camino pisando los adoquines rojos, sólo los rojos.
El vuelo del colibrí agita el aire y se lleva todas las palabras que guardo para tí. Ni siquiera intento perseguirlas. Me apetece jugar si vuelven.
Nunca juego, y cuando llego tengo que mirarte a los ojos, como una fotografía.
Horas más tarde ya han pasado dos o tres primaveras y las sábanas están limpias.
Y camino pisando los adoquines grises, sólo los grises. Los rojos me evitan con la suciedad de las sábanas.
Miro al reloj de la plaza: la hora de volver.
Y sonrío.
El atardecer, hora simbólica del amor con H.
2 comentarios:
Me encanto el poema... en verdad que si.. puedo leerlo en mi blog?? es nuevo pero me encantaria leerlo
un beso
Becovet
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